lunes, 18 de enero de 2016

'House of cards': un brutal Maquiavelo del siglo XXI, una historia donde el mal prevalece sobre el bien

    Pocas personas pueden llegar a ser tan hdp como Kevin Spacey en 'House of cards'. Todo por el poder en un ser sin escrúpulos. Un Domiciano del siglo XXI. Solo atado a la humanidad porque ama a su mujer, otra política manipuladora y sin conciencia.

    Si la política de la Casa Blanca, Congreso y Senado de Estados Unidos es como refleja esta brutal serie, no hay futuro. Sirve de poco vivir, aunque sea un día más.

    La lucha de Francis Urderwood (un magnífico Kevin Spacey) por conseguir la presidencia del país más poderoso del planeta será sin cuartel. Sus armas: cinismo, mentira, manipulación, amenazas, traición y asesinatos. Unas armas que también usan sus adversarios, aunque él es el más despiadado de todos.

    Su mujer, Claire, y su asistente, Doug Stamper (increíble Michael Kelly) completan el ambiente oclusivo y maldito sobre las andanzas de los trepas más salvajes y tahúres de la Casa Blanca.

    'House of cards' es adictiva porque mantiene una elevada tensión durante todos sus capítulos. No sabemos cómo acabará cualquiera de las múltiples y enrevesadas situaciones que no dejan de sucederse.


    Personajes clave mueren, son asesinados o encarcelados, una manera de mantener el suspense total en esta obra maestra del cine en forma de serie.

    Sorprende lo despiadada que puede llegar a ser una persona con sus semejantes, incluso con sus allegados, siguiendo los pasos de los excelentes personajes aquí dibujados.

    Imprescindible y muy buena. Una serie que no hay que perderse. No deja indiferente a nadie y hay momentos de gran impacto para los cinco sentidos del telespectador. Como si Tyson nos hubiera atizado con todas sus fuerzas. 

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